Ayer me pasó una cosa muy curiosa. Siempre realizo una primera toma de contacto con un alumno en la que recojo toda la información posible sobre su entrenamiento anterior, sobre su alimentación y sobre sus posibles problemas de salud general o lesiones. En este caso todo va sin nada significativo y había entrenando ya en gimnasios.
Y llega la hora de hacer cardio y mi alumna X se pone en una bicicleta. Cuando paso me dice «Manu, el otro día intenté hacer la caminadora pero va muy dura». Digo… «Ostras a ver si me está dando problemas la cinta que ya es lo que me faltaba» Probamos a subir a la cinta y se coge del manillar para medir las pulsaciones, coge fuerzas y empieza a empujar como si llevara un carrito de la compra con la casa encima. Me dice «Ves, no puedo con ella, va muy dura» La cinta estaba sin poner en marcha. «Muchacha que me vas a quemar el motor, espera».
Total que le dije que tenía que pulsar el botón Start y la cinta empezó a funcionar con normalidad y hasta se llevó un pequeño susto. Le indiqué cómo se puede aumentar o disminuir la inclinación y la velocidad. Ese fue el motivo por el cuál la cinta le iba muy dura. Nunca me había pasado eso en años que llevo en sala propia o trabajando en una sala de fitness.
Lo de «Yo ya he entrenado» y tener que revisar mucho las posturas y los movimientos en los ejercicios haciendo correcciones es habitual, porque igual nadie les ha indicado cómo realizarlos correctamente, pero lo de intentar forzar una cinta estando apagada era algo nuevo.
La cara que se le quedó cuando le dí al botón de encendido fue más de sorpresa que la mía.
Todos los días se aprende algo nuevo, aprender es positivo, ahora ella tendrá en cuenta el detalle de comprobar si está encendida o no.